viernes, 2 de octubre de 2015

Exposición fiasco en Barcelona

Hace unos días se inauguró en el Museu de Granoliers la muestra “Exposició colectiva internaciona! d’A.rts Plstiques. Homenatge a Catalunya”. Alrededor de este fascinante título, la Delegació Comarcal de Granollers d’Omnium Cultural ha reunido a veintiocho artistas, tres de ellos de los Estados Unidos de América y tres fran— ceses, siendo el resto residentes en la comarca vallesana. 

Exposición curiosa y desconcertante si las hay: porque la internacionalidad es forzada, porque los artistas del Vallas están muy mal representados y porque se presentan obras, algunas, infectamente malas. 

También existe la corrección en pintores ya profesionalizados, y son de interés las obras de Rodger Mac —estadounidense— y de Ridha ben Arab —tunecino-catalán—por sus largos años de residencia entre nosotros y su bien hablado idioma: del primero una gran escultura y del segundo una perfecta pieza de cerámica. En el breve tríptico se nos presenta la exposición así: “El Montseny és la granobra d’art natural del nostre país amb imatge de solidaritat internacional. Es- devé un símbol viu, curul! de sensibilitat, amaraaes de ilum, color i formes que el converteixen en universitat i mestre. Aredós del misten de la nostra muntanya nasqué la idea d’un homenatge de lesarts plástiques a Catalunya amb motíu de la commemoració del seu mil lenari, un homenatge de l’art comarcal i a l’ensems, com la muntanya, amb imatge so- lidária d’internacionalitat”. Ma!, estocomenzó mal, y así el resultado. Y no habría sido tan difícil hacer una buena muestra bien representatiya de artistas del Vallés, cuando desde el Cerde Cultural de la Caixa, del mismo Granollers, en la etapa de Roser Lleonart se realizaron excelentes selecciones de artístas de la comarca. La selección actual adolece de mezcolanza: junta lo “kitsch”con la obra del mayor interés y une al profesional con el aficionado y con quien debería haber dejado de pintar o ya ha dejado. Sensibilidad Pero la visita, ahora, al Museu de Granollers no es del todo infructuosa,incluso vale la pena: porque allí puede conocerse —hasta diciembre— la exposición “Peces del segle XX”, décima muestra del fondo del museo. Esta exhibición sistemática de los fondos se inició en noviembre de 1980 con la muestra de diecisiete pinturas de Andrew McCallum, pintor inglés nacido en 1821 y que fue protegido por la reina Victória. Paisajista que destacó en la realización de bosques, en el Museu deGranollers se guardan, al parecer, diecisiete vistas suyas de ciudades españolas.

Ahora se presentan las obras más significativas de este siglo, que comprenden cuatro grupos bien diferenciados. Primero: un grupo de obras, ingresadas en el fondo a través de los Premis de Granollers de Pintura, que se concedie ron entre 1959 y 1964; podemos ver obras bien representativas del momento informal, como son las de Eduard Alcoy, Romá Vallés, Jordi Pericot y CarlesPlaneil. Si exceptuamos a Vallés, que se ha mantenido fiel a sus principios, las obras de los otros tres pintores son tresexcelentes telas que no ejemplifican a sus autores, que evolucionaron hacia otros lenguajes por los que son más identificabies, pero nos hablan de uno de los mo- mentos más espléndidos y efervescentes de la pintura catalana de posguerra.También tres obras de Yago Pericot de su etapa, ya casi olvidada por la mayoría.de pintor, y un no desdeñable Jordi Galí. A un segundo apartado corresponden obras que han ingresado en el Museu porrazones muy diversas, como el pequeño óleo de Joan Miró, la obra tridimensional de grandes proporciones de Antoni Tápies, un pequeño y excelente Joan Sandalinas de 1957, una buena cera sobre madera de Josep M. Sucre, un Moisés Villélia reciente... Un tercer grupo lo constituyen las obras de Antoni Cumella, donaciones del ceramista al Museu que, aún no siendo muchas, tipifican tres momentos de su labor y su diversa tipología formal: los años treinta, cincuenta y setenta, y las muy diversas formas dejarros que el artista de aquella ciudad desarrolló. Un último grupo corresponde a obras de autores mucho más jóvenes y de lenguaje actual: Jordi Benito, José ManuelBroto, Xavier Franquesa, Ferran Garcia Sevilla, Xavier Grau y Vicenç Viaplana, quienes en mayo de 1 982 realizaron en dos días, en el mismo Museu, una pintura cada uno de notables proporciones. Era, como subrayó Manel Clot en el texto del catálogo de esta experiencia, un reencuentro del arte más actual con la ciudad, que con sus Mostres d’Art Jovehabía marcado un hito en nuestro ámbito cultural. Sense títol”, acrílico sobre tela de Ferran Garcia Sevilla, fechado en 1982. Abajo, “Sense títol”, en este caso de Antoni Tápiés. Ambas piezas figuran en el catálogo de obras del siglo XX correspondiente al Muscu de Granoliers De Jordi Benito no se presenta la tela realizada en aquel entonces, sino trabajo actual —tan alejado de la tela— como también es otra la obra de Vícenç Via plana.El Museu de Granollers tiene una colección dispar, como lo acreditan las diez muestras, que se han sucedido, de sus fondos. Y que en realidad no hacen sino testimoniar la irregularidad de su planificación, condicionada a exigencias de la vida y aconteceres locales y empujada por acciones de amplia visión de un re-ducido grupo de expertos y de entusiastas que actúan y planifican cuando y como pueden. Pienso, ante lo que ahora tiene expuesto el Museu de Granoliers, que los políticos debieran tener un mayor sentido no artístico —que se tiene o no se tiene—, sino de sensibilídad cultural: dejar hacer a quienes conocen y son capaces de sintonizar con el tiempo. Todo lo mejor que presenta el museo se ha conseguido a través de una política de acciones de gran envergadura y aliento: los Tápies, Miró, García Sevilla, Broto, Grau... están en el museo a raíz de actividades a las que no se ha dado continuidad ni el soporte preciso. Y, en cambio,¿cuántos museos de Cataluña, de España, pueden decir que tienen obras de estos autores en sus fondos?